Se trata de una planta muy
común, que todos hemos visto en nuestros paseos. Pero no por común es menos
bonita: a pesar de su escasa altura destaca por sus abundantes y delicadas
flores blancas, con la garganta matizada de amarillo, dispuestas en inflorescencias
cimosas. La planta se ramifica en abundantes tallos de porte decumbente
(caído). Las inflorescencias se desnrollan en forma de cola de escorpión, con
las flores dispuestas directamente, sin pedúnculo, en dos hileras. Estas
inflorescencias tienen la particularidad de girar durante el día de modo que
las flores encaren el sol (de ahí su nombre que procede de las palabras griegas
"helios "=sol y "tropos"=movimiento). La tonalidad grisácea
que presenta es debida a los pelos, densamente dispuestos, que la recubren y le
ayudan a soportar la fuerte deshidratación que conlleva la sequía y la
insolación de los duros ambientes en que puede llegar a vivir. Se distribuye
por el sur, centro y oeste de Europa hasta el Norte de Francia, la República
Checa y el centro de Ucrania. Florece de junio a noviembre.
Es una
planta con muchas leyendas a sus espaldas ya que desde la Edad Media se le han
atribuído multitud de cualidades, poderes mágicos, venenosos y curativos: se
decía que protegía y curaba las picaduras de escorpión, se aseguraba también
que si se dibujaba un circulo en el suelo con una de sus ramas, el escorpión o
la serpiente no podía atravesarlo quedando encerrado en él y si se le arrojaba
encima la rama, moria inmediatamente. También se le atribuía el poder de
proporcionar sueños premonitorios puesta bajo la almohada y visiones a quien la
consumía. También se le ha atribuído a sus semillas la virtud de eliminar
pequeñas verrugas (de ahí uno de sus nombres vulgares).
La
realidad es que se trata de una planta altamente tóxica por su alto contenido
en cinoglosina que puede causar lesiones hepáticas graves.
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