Si sólo ves la flor, es fácil confundirla
con una amapola; de hecho ambas pertenecen a la misma familia. Sin embargo la
observación de la planta y especilamente los frutos nos ponen al descubierto
evidentes diferencias. Es una planta anual, con tallo velloso recubierto de una
fina capa cerúlea glauca (de donde deriva el nombre del género) que alcanza
hasta los 40 cm. de altura. Las hojas son pinnatífidas o pinnatipartidas, de
margen irregularmente dentado, las basales pecioladas mientras que las
superiores son sésiles y amplexicaules, de consistencia carnosa. En primavera
ofrece sus grandes flores axilares, solitarias, tetrámeras de color rojo
intenso o amarillo anaranajado y con manchas negras en la base. El fruto es una
cápsula larga (entre 10 y 20 cm.) con ápice cornudo (de donde procede el
epíteto específico). Florece de marzo a julio. Vive en terrenos removidos,
barbechos y cultivos. De distribución mediterránea. En la Peninsula está
presente en todo el territorio excepto en la cornisa Cantábrica. En nuestra
región está muy extendida pero de forma puntual, no siendo frecuente
encontrarla. Y en nuestro municipio, de momento sólo la he visto por La Alcayna
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